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En las tardes azules de verano...

La muerte.

La muerte, espesa como una leche negra, se esparce por todas las avenidas y rincones, los tejados y las tapias, las ranuras del alcantarillado, los túneles embarrados, los muros pintados donde se vigila y se acecha, la muerte, esa compañera compartiendo el vino y las horas, el asueto, el espejo y el trabajo, comiendo de nuestro plato y escuchando idénticos ruidos y la misma música, esa sombra familiar y roja, más familiar y desconocida que nuestra propia sombra.
Los muertos familiares que cuelgan nuestro propio apellido en sus lápidas, anunciándonos. Las amistades muertas que nos rodean con zonas agujereadas de ausencia, con manchas vacías que no saben decrecer ni detenerse. Los muertos amados que arrancan y hurtan las promesas, los proyectos establecidos y los abstractos, los que mienten el futuro o lo retuercen y lo reforman. Nuestra propia muerte labrándose en silencio, escarbando laboriosa, el pulmón que se hunde, el estómago que estalla en un charco de sangre, el tiempo que nos arruga y nos desfigura y arruina con pereza funcional, con la precisión elegante y severa del taxidermista, el tiempo, ese enemigo invencible.
La muerte silenciosa que nos asalta a través del sueño, el cerebro que se derrama, el corazón que se detiene, al asfixia torpe enredando el cuello con la sabana seca y una torsión tristemente excesiva, la hemorragia del golpe al que no supimos dar importancia, al manta ardiendo víctima de una ceniza aún incandescente y no advertida o por la lámpara que se desprende. La muerte accidental del tornillo que se suelta y el arquitrabe de la construcción que se desmorona, la navaja distraída y nerviosa que al afeitarse ( el susto bromista del hijo, las cosquillas de una mujer ) abre el paso, los pasos que nos llevan contra las ruedas del automóvil, la bala que silba contra la esquina que doblamos y nos agujerea el cráneo o las sienes, los escalones húmedos, el pie que resbala, la nuca partiéndose. Respira a lo largo de toda la ciudad la muerte enfundada en el rostro bien conocido del amigo que traiciona. El amigo que envenena disolviendo alcohol metílico en las páginas que tragamos al humedecer con saliva los dedos para poder pasarlas con mayor facilidad, quién vierte, picados e imperceptibles trocitos de cristal en los hielos de la bebida que nos revientan el hígado o los intestinos, el amante cuya daga rasga la piel o la agujerea o la recorta, las tenazas marmóreas que nos ahogan en la piscina o en la bañara, nuestro cuerpo pálido sumergido en la claridad del agua que quizás se enrojezca.
Y la muerte viviendo con nosotros, acompañándonos en cada minuto, dilación, renuncia, decisión o espera, pegada a la espalda como el sudor, o a las suelas de los pies como una sombra roja sin matices que la oscuridad no devora, ni sabe descansar, palpitando, la muerte que nos acompaña el gesto de los dedos humedecidos hacia la maraña de insensible de cables, la que guía los pasos hacia el asfalto que amanecerá con nuestra sangre seca ya como una costra pues una vez muertos nos deshacemos muy rápidos, convivimos con la muerte hasta el instante innegociable y repentino donde el cerebro se vacía de pensamientos, memoria y deseo, cuando se inundan los ojos y los brazos y el pecho de tragos de tierra y la oscuridad que sepulta, y el olvido que nos borra o desvanece de una palmada como si jamás hubiéramos nacido. No os veré mas, ni me veréis vosotros. Y adiós ardor, adiós recuerdos.

10 comentarios

Smeagol -

Prefiero morir y verte q vivir una vida eterna sin conocerte

Dyor -

bademiro -

saf -

Pero esos queridos ausente... velan sobre nosotros.

Viven entre nosotros rodeándonos de una ausencia presencial y continua.

Estamos encadenados a ellos.

Saf

silvia -

hacia tiempo ke no leia un analisis tan completo de la muerte.
me ha gustado

piruleta -

Lo prometido es deuda:
"Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho".
Ángel Gónzalez.

piruleta -

Gracias por tu visita. Prometo releerme esto por la noche...para mí una vez no es suficiente.....
Un saludico!

Hojarasca -

La muerte siempre me ha impactado de forma profunda. Cuando la he visto reflejada en otras historias, he mirado al lado contrario. Tal vez un carpe diem p ceguera selectiva, pero vida al fin.
:)
:**

imma -

la muerte nos asusta a todos... me has hecho pensar...