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En las tardes azules de verano...

Musica.

Musica.

Primavera

Todo o amor que nos
prendera
como se fora de cera
se quebrava e desfazia
ai funesta primavera
quem me dera, quem nos dera
ter morrido nesse dia

E condenaram-me a tanto
viver comigo meu pranto
viver, viver e sem ti
vivendo sem no entanto
eu me esquecer desse encanto
que nesse dia perdi

Pão duro da solidão
é somente o que nos dão
o que nos dão a comer
que importa que o coração
diga que sim ou que não
se continua a viver

Todo o amor que nos
prendera
se quebrara e desfizera
em pavor se convertia
ninguém fale em primavera
quem me dera, quem nos dera
ter morrido nesse dia

David Mourão-Ferreira

Hoy hace una noche perfecta para escuchar a Mariza susurrando este poema.

El miedo.

Todos los problemas tienen la misma raíz: el miedo, que desaparece gracias al amor; pero el amor nos da miedo. Ahora mismo tengo mucho miedo.

¿Dónde esta tu dios ahora?

¿Dónde esta tu dios ahora?

...Donde están todos los que éramos.
Donde aquel con el que viví y caminé.
El hermano. El amigo.
La oscuridad y la luz, la lucha y el amor,
son estos los afanes de la mente, los rasgos
de un mismo rostro.
Alma mia déjame estar en ti ahora; mira a
través de mis ojos, mira lo que tu creaste;
todas las cosas brillan.

"La delgada linea roja" de Terrence Malick.

La tormenta.

Afuera la noche bramaba sobre el enorme espinazo de las montañas y los asaltos del viento, que se oían de lejos, rodaban cuesta abajo a lo largo de las grandes hendiduras de los valles. Después, las primeras gotas se precipitaron y abrieron agujeros como quemaduras silbantes, gotas violentas y pesadas golpearon los árboles, las piedras y la tierra, que con los huesos dislocados, hundidos y rotos, con la piel abierta, escupía sangre y gritaba de dolor.

El tiempo.

El tiempo.

Cada día soy alguien nuevo. Nazco cuando me despierto por la mañana, envejezco durante el día y muero por la noche.

Cartas pretéritas.

"Hola Ana, ¿sorprendida?, supongo que si, creo que hasta se lo que estarás pensando ahora mismo: “ ya esta el pesado este con sus tonterías”, pues si, aquí estoy. He estado a punto de bajar a verte esto últimos días pero no me ha parecido bien pillarte a la salida del trabajo como un acosador. Además la ultima vez me metiste y no me gusta obligar a nadie ha mentir, por cierto estuve esperándote casi una hora bajo la lluvia hasta que vi llegar a tus padres y me di cuenta que me habías engañado.
No voy a entretenerte mucho, es solo que no me siento a gusto de cómo han terminado las cosas, creí que me llamarías un día de estos o que quedaríamos para despedirnos pero me temo que no va ha ser así ¿verdad?. Con el tiempo me estoy dando cuenta de que es posible que lo mejor haya sido que me dejaras, quizá no seas la persona que yo creía, no creo que hayas sido justa conmigo, eso de dejarme con un maldito mensaje en el móvil es algo que no me esperaba de ti nunca, creía que eras mas valiente, que serias capaz de enfrentarte a mi, no te hubiera montado ninguna escena ni nada de eso.
Pues esto es todo, ya no te escribiré mas, solo quiero agradecerte que durante unos meses me has hecho muy feliz, espero que encuentres lo que buscas y estés bien. Dentro de un tiempo, un par de meses, quizá te llame para ver como estas, no se si cojeras el teléfono y es posible que por entonces ya siquiera me recuerdes, pero me gustaría saber que todo te va bien.
Ana te deseo mucha suerte en todo lo que hagas, te mereces ser feliz, que pases una buena navidad.
Un abrazo."

No me reconozco en esas palabras, en unos meses pueden cambiar tantas cosas...

La cometa.

Recuerdo una remota mañana de mi infancia en que hice una cometa. Ese día no había clases y el viento barría las nubes dejando en el cielo limpio un espléndido sol invernal. Las niñas y los niños del grupo nos reunimos en la galería de mi casa y con papeles amarillos y azules, unos trozos de cañas y unas tiras de trapos viejos, hicimos la cometa. Después de comer iríamos a remontarla por los campos de cultivo. El viento no dejaba de soplar y nuestra cometa se elevaría muy alto. Así fue: la cometa subía y subía impulsada por las corrientes, el viento la iba alejando y la alegre trenza serpenteaba en el aire equilibrando su peso. Cuando llegó al punto más alto, desde donde nos enviaba mensajes por la tensa corriente del hilo, alguien lo soltó y nuestra cometa se fue volando libre hasta que , después de trazar una enorme curva, la vimos caer, como un pájaro herido de muerte, entre los altos árboles del bosque. No pudimos recuperarla y, tal vez, lloramos por el sueño perdido.

La locura

LOCO- Afectado por algún grado de independencia intelectual; disconforme con las normas convencionales que rigen el pensamiento, el lenguaje y la acción, normas éstas que los "cuerdos" o "conformes" produjeron tomándose como medida a sí mismos. Que discrepa con la mayoría; en resumen, extraordinario.

Ambrose Bierce, Diccionario del diablo.

Poder.

Poder.

Ciudad de México, 1909. Una delegación de indios de la provincia de Morelos llega a la capital para una audiencia con el presidente, Porfirio Díaz. Los indios, visiblemente intimidados ante la presencia del dictador, le expresan finalmente sus quejas: el gobierno de Morelos les ha quitado sus tierras por la fuerza, y ya no tienen donde sembrar. Díaz les promete llevar el asunto a los tribunales si los campesinos pueden probar que son los auténticos propietarios de los campos y se comprueban los límites de estos. Así, el presidente da por zanjada la cuestión y la audiencia. Sin embargo, al alzar de nuevo la vista, descubre asombrado que todavía hay un campesino en la sala que no ha hecho el menor ademán de irse. Le pregunta lo que ocurre, y el indio responde que ningún campesino ha ganado nunca un caso en los tribunales, y que les será imposible comprobar los limites de sus tierras , pues hay hombres armados en ellas que se lo impedirán. Díaz, algo irritado, responde:
- Hijos míos, soy vuestro padre, vuestro protector, soy de vuestra sangre. Tened paciencia.
A lo que el campesino replica:
- Con permiso, señor presidente, hacemos el pan con trigo, no con paciencia.
Ante las palabras insolentes y la actitud desafiante del indio, Porfirio Díaz le pregunta como se llama. Luego coge la lista de nombres de los campesinos presentes en la audiencia y rodea con un circulo el apellido del tipo que le ha contestado: Zapata.
Años más tarde, la revolución ha triunfado, Porfirio Díaz ha tenido que exiliarse a Paris, y el que fuera el más bravo cabecilla de los campesinos en armas, Emiliano Zapata, es ahora un general aburrido al que Pancho Villa encomienda resolver los típicos asuntos burocráticos de tiempos de paz. Un día, Zapata recibe en audiencia a toda una delegación de campesinos de Morelos. Los indios le expresan sus quejas: el hermano de Zapata, también general, les ha quitado sus tierras por la fuerza.
Emiliano les promete ocuparse de ello en cuanto pueda, pero uno de los indios insiste en que ellos no pueden esperar. Zapata, irritado, contesta:
-Soy un campesino como vosotros. Confiad en mí.
A lo que el campesino replica:
-¡Si eres como nosotros, debes saber que la tierra no espera!
Ante las palabras insolentes y la actitud desafiante del indio, Zapata le pregunta como se llama. Luego coge la lista de nombres de los campesinos presentes en la audiencia y rodea con un circulo el apellido del tipo que le ha contestado.
Solo en ese momento recuerda y, asqueado, abandona aquel lugar para volver con su pueblo.
Esta historia se me ha antojado siempre la mejor definición posible sobre el concepto de poder. Cualquier político es, en el mejor de los casos, el antiguo compañero de armas dispuesto, pluma en ristre, a dar debida cuenta de un insolente que se atreve a importunarle con reivindicaciones lejanas, muy lejanas ya. Supongo que lo peor del poder no es que corrompa: simplemente te hace olvidar.
La historia que he contado, como casi todas las buenas historias, es seguramente falsa. Forma parte del guion escrito por John Steinbeck para la magnifica película “Viva Zapata” (1952), de Elia Kazan.

Sal.

Tus lagrimas de felicidad son mi alimento.

Palabras II.

- ¿Tu crees que estoy loco?.
- ¿Qué es estar loco? Yo no lo sé. Todos estamo en un infierno y sólo en los manicomios es donde la gente lo sabe.

El pasado.

Esta tarde he hablado con una vieja amiga. Hemos abierto juntos la puerta del pasado y por ella se ha colado la melancolía. Son muchos recuerdos, horas y horas de complicidad y sonrisas, tardes tumbados en el césped viendo pasar el mundo metidos en nuestra burbuja donde creíamos que la corrupción y la miseria reinante no nos alcanzaría nunca. Que ingenuos. Después vino la separación, en aquella época 200 kilómetros eran demasiados. Acabas de ser madre y eres feliz. Yo cambio de pareja cada tres meses y no soy capaz de cuidar ni de mi perro.

Una noche cualquiera.

Teléfono a medianoche. Presteza y precaución. Adrenalina y nervios. Compañeros y confianza. Mandos e incompetencia. Ordenes y confusión. El crepitar de las emisoras y el rugido de la bestia. Riesgo y diversión. Humo caliente y sudor frío. Cielo rojo y tierra negra. Satisfacción y rabia. Sueño y cansancio.

Palabras.

Conversación entre el humo de cigarrillos y los vapores del alcohol:

- No aguanto a las personas. Las odio.
- Ahhg....¿Si?
- ¿Tu las odias?
- No...Pero me siento mejor cuando no están a mi lado.

Sexo

Es agradable dormir acompañado de nuevo.

Perdido.

Perdido.

Me alegre de desaparecer en la marea humana ignorando a los vendedores que anunciaban sus mercancías y a los mendigos que pregonaban sus carencias.

Lo dijo el Hombre.

The “Schofield Kid”- No me parece real...Nunca volverá a respirar, nunca. Esta muerto. Y el otro también...Y solo con apretar el gatillo...
Bill Munny- Matar a un hombre es algo muy duro. Le quitas todo lo que tiene y todo lo que podría tener.
The “Schofield Kid”- Si…Ellos se lo han buscado.
Bill Munny- Todos nos lo hemos buscado.

Sin perdón, de Clint Eastwood.

El abuelo.

Todo el mundo lo llama “el abuelo José”, tiene sesenta años largos y es un tipo discreto y amable, con las manos ásperas de trabajador, lleva mas de un cuarto de siglo trabajando en el monte. Entre los brigadistas es una institución y una leyenda; y aunque todos no tengan derecho a su apretón de manos o a su media sonrisa, jamás se las negó a nadie.
Pequeño y enjuto, el Equipo de Protección Individual le queda demasiado grande, parece un viejo banderillero cosido a cornadas, un subalterno aplomado, maltrecho, con mucha brega, cuando se mueve despacio, rematando la faena que algunos compañeros sin la punta de lanza en la mano no saben ultimar. Sofoca una carbonera con piedras y capazos de tierra como nadie. Cuando algún joven brigadista se cuelga 30 mosquetones inservibles, farolea y apunta alto, “el abuelo José” lo mira de lado y sonríe apenas. Es silencioso, estoico y sabio.
No se jubila porque la vida esta muy perra, porque le gusta lo que hace y porque, matiza humildemente, no le sale de los cojones. Apenas fue a la escuela pero sabe Latín, tiene un talento que le sale por los desgarros del alma, y las trazas del perdedor que se mira la cara cada día en el espejo y lo sabe pero no se resigna.
Recuerdo un incendio causado por un rayo, a medianoche, en el peor sitio posible, como suele pasar con los rayos. Imposible llegar con el vehículo. Fueron 800 metros al trote por la cresta del roquedal, con simas y caídas cortadas a cuchillo que la noche sin Luna hacia interminables, hasta que vimos el resplandor, medio kilómetro por debajo nuestro con una pendiente terrible, guijarros suelto que te hacían deslizar decenas de metros golpeándote el culo, los codos y hasta el blanco de los ojos, sujetando con fuerza la azada o el batefuegos y “rapidito que esto se nos va”.
Cuando llegamos al foco del incendio entre los cinco no sumábamos ni dos pulmones, cuando creíamos que aquello nos podría, vimos iluminadas por el fuego, las siluetas de los compañeros de la brigada que sabíamos estaba en camino. Entre todos lo sofocamos y, una vez controlado, quedaba repasarlo y extinguirlo definitivamente. Y allí, humeando entre las brasas, entre tocones, raíces y grietas, vi al “abuelo José”. Recuerdo que pensé en voz alta- “Si la bajada ha sido jodida, cagate con la subida”.
Subimos. Y teníais que haber visto al “abuelo José”, empapado en sudor, los ojos vidriosos y el pecho silbando. “Déjeme llevarle la azada hombre”, “Suba a caballito”, “Abuelo le hecho una carrerita”. Y el abuelo sonreía resignado, apretaba los dientes y para arriba. Antes de llegar vomito dos veces.
Cuando nos cambiábamos junto a al pista forestal me ofreció un cigarro, mientras le daba fuego pude observar su rostro surcado de arrugas, reseco y duro, como el cuero viejo. Fumábamos juntos para protegernos del frió viento, se le veía hosco y concentrado. Moreno y mal afeitado, la colilla le colgaba en los labios como si fueran a llevarlo al paredón.
Hoy he podido leer en una circular que me ha hecho llegar un compañero, que en la visita que les hizo el Director General de Interior dijo cosas como esta: “Estamos valorando si los mayores de cincuenta años podrán continuar con nosotros”. Al leer esto he recordado las palabras de algún técnico forestal, del diputado de turno, que aludían a la nula operatividad de nuestros compañeros mayores. A mi quienes me parecen ya no solo poco operativos, sino impresentables son todos esos bocazas sonrientes que llevan años justificando su incompetencia. Pero a lo mejor es que yo compartí un cigarro con “el abuelo José” aquella noche y ellos no.
Ahora, cuando me siento a descansar tras un incendio y me fumo un cigarro, recuerdo la mirada perdida en los ojos del “abuelo José” y sonrió a la memoria del abuelo, que me enseño uno de los oficios mas duros, mas ingratos y mas hermosos del mundo. Brigadas Rurales de Emergencia.

Serie B.

Como devorador compulsivo de cine no puedo dejar de ver ciertos paralelismo entre mi vida y una de esas películas de serie B con poco presupuesto para tener buenos efectos especiales y , mucho menos, un guión decente. Uno espera, desea, ser el padrino de los Corleone, acompañar al Temible Burlón a la caza de tesoros, jugar una partida de bolos con “el Nota” y sus amigos o , por que no, descender con el coronel Kurt al corazón de las tinieblas. Tanta película, tanto libro acaban envenenando, confundiendo las perspectivas y no te preparan para la vida real, si acaso todo lo contrario, donde los buenos nunca ganan y la chica se va siempre con el malo.

Preguntas.

La culpa es mía. Solo mía. ¿Qué me impulsa a intentar mantener una relacion de amistad, de confianza y confidencias susurradas con la mujeres que han pasado por mi vida? Siempre a sido así, tal vez por querer vivir en el recuerdo de lo que fue o en la esperanza de lo que podría haber sido. Y duele, y alegra. Saber que les va bien, que han encontrado lo que no pudiste o no supiste darles. Maldita curiosidad, preguntar cosas que, en el fondo, no deseas saber. Es posible que me haga daño para saber que estoy vivo, que todavía soy capaz de sentir, que en el interior del bloque de hielo todavía sobrevive una llama. Esta noche oscurecida por la melancolía es perfecta para escuchar a Stacey Kent, como dice ella "What the world needs now is love"